Dentro de los planes de mantenimiento en los sistemas eléctricos de cualquier instalación, existen varios destinados a funciones específicas que contribuyan a que este sistema trabaje correctamente. Y uno de ellos es el preventivo, que, como su propio nombre indica, está diseñado para evitar fallos en el sistema que puedan derivar en cese de su funcionamiento, y por ende, represente un mal mayor.
A diferencia del mantenimiento correctivo, que trabaja cuando ya existe un cese del funcionamiento del sistema eléctrico porque dejó de funcionar y sus componentes están dañados, el plan preventivo está destinado a la conservación de equipos o instalaciones. Mediante la revisión periódica de los mismos a través de un plan programado de fechas, se realiza la inspección y reparación, si procede, de aquellos puntos del sistema eléctrico que garantizan su funcionamiento y su fiabilidad.
El objetivo claro del mantenimiento preventivo es minimizar o evitar el impacto de los fallos del equipo, atajando las incidencias que pudieran derivarse de ocurrir durante el periodo entre inspecciones. En este tipo de mantenimiento se dan acciones tales como sustitución de piezas desgastadas, cambios de aceites y lubricantes y mantenimiento de la higiene general de los equipos para prevenir los fallos o evitarlos definitivamente.
A su vez, dentro del mantenimiento preventivo se puede actuar según varios criterios que se materializan en:
- El de tipo programado, cuyo ejemplo es el que se sigue para las revisiones de los vehículos cada cierto número de kilómetros.
- El de tipo predictivo, que suele determinarse al final de un periodo máximo de utilización, para así poder revisar y tomar las acciones adecuadas.
- El mantenimiento preventivo de oportunidad, que es aprovechado cuando el sistema eléctrico descansa y no es necesario detener los equipos para realizar las tareas de revisión.
Con esta serie de acciones se pretende alargar la vida útil de los equipos para que las instalaciones funcionen conforme a las necesidades requeridas. Empresas de todos los sectores dependen de los sistemas eléctricos para sus actividades, y todo el funcionamiento laboral está en manos del correcto y permanente uso de ellos para que todo marche bien. De manera que parar la actividad por fallos en el sistema eléctrico, supone trastornos que finalmente se traducen en pérdidas económicas significativas.
Tanto la industria como otros sectores saben ya que las reparaciones eléctricas cuando el fallo se produce, ya no es una decisión acertada, así que prefieren disponer de mantenimientos preventivos capaces de detectar y solventar cualquier eventualidad.