No todas las instalaciones eléctricas son iguales y siempre van a depender de su uso y correspondiente tensión. La utilidad de las mismas requerirá un tipo de voltaje, para lo cual el personal autorizado será el encargado de llevarlas a cabo en el lugar solicitado. Lo que define a una instalación eléctrica es el conjunto de circuitos eléctricos que se instala en un lugar concreto para lograr una función determinada. Como siempre, con el fin de otorgar energía eléctrica capaz de mover elementos, activar procesos y desarrollar actividades mediante aparatos, máquinas o sistemas productivos con intervención o no humana. Por su tensión, estamos acostumbrados a diferenciar varios tipos de instalaciones eléctricas, como son las de alta, media y baja tensión.
Se considera instalación de Alta tensión a aquella que se genera, transporta, distribuye y transforma, así como utilice energía eléctrica con tensiones superiores a 1000 y 1500 voltios dependiendo de si es corriente alterna o continua respectivamente. Esta tensión se origina en las plantas generadoras de fuerza electromotriz que es comienzo de la energía eléctrica y que proviene de diferentes áreas de la naturaleza. Las centrales hidroeléctricas, parques eólicos y fotovoltaicos, además de centrales nucleares y térmicas proporcionan la capacidad de crear fuerza motriz y convertirla en energía eléctrica, la cual debe ser transformada, transportada y distribuida a través de extensas líneas eléctricas que atraviesan vastos territorios para dar servicio a sus habitantes.
La llamada Media tensión hace referencia a una tensión entre 1 y 36 kilovoltios y es la que circula a través de las líneas de distribución eléctrica que desembocan en los centros de transformación, un tipo de instalación donde la energía eléctrica se transforma en baja tensión para ser utilizada por el usuario final.
Las instalaciones de Baja tensión barajan siempre tensiones por debajo de los 1000 y 1500 voltios para corrientes alternas y continuas según el caso, y son las que habitualmente se utilizan en viviendas para uso doméstico, locales e industria común. Pueden denominarse instalaciones receptoras y se caracterizan por ser básicamente las que todo ciudadano utiliza constantemente para su vida cotidiana en todos los ámbitos y actividades.
Estas últimas constan de varios elementos relacionados entre sí y sin los cuales no existe la posibilidad de disfrutar de su utilidad y uso. Y son la alimentación tomada del exterior, protecciones de las instalaciones y de las personas, conductores para dirigir la corriente, mando y maniobra como son los interruptores, y finalmente los puntos de consumo directo.